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El Insight Cannábico: Prohibición y evolución

El Insight Cannábico: Prohibición y evolución

En esta reflexión, Alger Landau (productor audiovisual, reportero y ensayista) nos brinda un acercamiento a la colectividad social, y la legalización cannábica como un gran paso para nuestra evolución humana.

1. LA IDEA SOCIAL DE LA EVOLUCIÓN

Sabemos de sobra que la prohibición, con sus particulares extremos, es simplemente otra forma de frenar las posibilidades de evolución cultural. Digo «evolución» y la extiendo a lo ancho. Interprétalo como quieras: en términos de progreso a lo largo de la civilización y en términos de retrospectiva de la naturaleza humana.

Lo básico del ser humano es (guste o no) el instinto y el salvajismo, no por modelos estereotípicos, sino por sustancia primaria, por nuestro comportamiento más básico, instintivo. Desde el principio de (nuestro) tiempo y dentro de los primeros bloques de la civilización planificada, fuimos creando barreras de protección contra las fuerzas de la naturaleza y encubriéndonos en esferas de seguridad, otorgando finalmente leyes para protegernos contra nuestras propias fuerzas.

Nuestra lógica contra la naturaleza era la protección, incluso la negación del entorno para asegurar futuros avanzados, para evolucionar entre «cosas hechas con nuestras manos«. Nuestras «cosas hechas a mano«, una «civilización hecha a mano» donde puede ser posible algún tipo de «aislamiento saludable».

Pero ningún aislamiento a nivel colectivo es saludable, mucho menos si queremos evolucionar. Y evolución significa, en general, adaptabilidad como aceptación de nuestros instintos primitivos para crear entornos de seguridad, pero conscientes de nuestros orígenes y de otras formas de vida.

La prohibición, cerrada al análisis, parece reforzar las ideas «modernas» de seguridad. Como los niños castigados, los civiles de la sociedad tienen que sufrir el peso de los malentendidos cotidianos entre empresarios, políticos y líderes mundiales, como una especie de ensalada venenosa que mezcla cualidades morales, origen humano, progreso de buena voluntad y formas de vida impuestas. Entonces, se moldean tabúes, se aplican juicios contradictorios, se reparten casos convenientes para unos pocos, y entonces todos somos estereotipos criminales generalizados. Es decir, simplemente salvajes.

Pero como estamos entre rascacielos, patrias con traje y corbata y productos etiquetados, somos, de hecho, salvajes modernos, quizás aún peor en tiempos pasados, pues supuestamente poseemos más conocimiento, mismo que negamos y… prohibimos.

La palabra «evolución» parece, desde esta posición particular, desviarse hacia el precipicio. Se supone que significa adaptabilidad dentro del entorno; y tener a mano jardines públicos no tiene nada que ver con esta noción, sino entornos naturales de vida silvestre de donde partimos las ideas para la civilización. Entornos naturales (el mundo natural, la fauna y flora y toda intemperie posible) donde los conceptos de medicina se convirtieron en recursos reales. Recursos médicos reales a favor de la seguridad, la salud y la evolución de la humanidad.

Aquí entra el cannabis, un recurso entre la idea civilizada de la evolución y la imposición contradictoria de la prohibición.

2. LA NEGACIÓN SE CONVIERTE EN PROHIBICIÓN

Hablar de cannabis es, inevitablemente, hablar de prohibición.

Aunque existen leyes y derechos que han hecho que las sociedades sean más fáciles de soportar y de sobrellevar, otros tipos de «supuestos atributos» se transforman en terribles tabúes por el simple hecho de juzgar, basados en percepciones anticuadas que, al final (y al principio de todo), no estaban justificadas.

Prohibición y justificación están convenientemente unidas y retiradas, según el tema. Todos esos venenos etiquetados del consumo cotidiano se venden en nombre de la felicidad y sin ningún tipo de etiqueta más allá de sus rótulos comerciales: agradables comidas de plástico, bebidas mezcladas con sabores frutales que son prácticamente aceite, frituras procesadas para congelar, refrescos, etc.

Pero son la felicidad en su conjunto. Estar en contra de estos modos de vida es estar en contra de la felicidad: La felicidad legal, aprobada por leyes de consumo concisas con el crecimiento económico, tan independiente de la salud, que tiene sus servicios exclusivos para pacientes exclusivos. Todos estos productos dañinos, permitidos y aprobados por instituciones y especialistas para nuestra «felicidad», son una de incontables contradicciones sociales.

La felicidad también se juzga dentro de las esferas de los tabúes, y convenientemente, es cuando se trata del cannabis.

Este atributo de la naturaleza es generalmente visto como un producto exclusivo para excepciones y adicciones. No sin problemas específicos, como cualquier otro producto consumible (a-n-y consumible), el cannabis está en constante prueba: los casos son innumerables, las reacciones son adaptables en cada circunstancia.

Sin la apertura a la investigación continua a lo largo de los procesos legales, la prueba se detiene, el tabú prevalece, el bienestar se estandariza y la búsqueda, no de la felicidad prefabricada, sino de las expectativas de vida, será limitada. ¿Por qué exactamente? Nada más y nada menos que el miedo.

El miedo es uno de los fundamentos de la prohibición y de la idea contradictoria de la evolución. El miedo a la muerte, a las cosas que salen mal, a las pruebas que superan nuestras expectativas.

Con este elemento a favor de la restricción de los atributos naturales, ¿cómo es que hemos llegado hasta donde estamos? Nos enorgullecemos de otro tipo de logros, pero todo lo relacionado con el cuerpo es casi siempre la misma historia.

La adaptación no falta, la lógica tampoco. Lo que necesitamos es, tal vez, la perspicacia que, sin ser una catarsis instantánea o una iluminación compulsiva, sea el auténtico acto de legalizar lo que ha causado guerras y muertes de forma tan significativa e injustificada.

Estos son los elementos que parecen alentar el progreso, cuando deberían servir para mostrar la descomposición social y el verdadero pánico. Tememos a las guerras, pero contribuimos a sus beneficios y a su continuidad. Tememos la legalización del cannabis por el simple hecho de que tememos la prueba del entendimiento, los únicos beneficiarios temen sus repercusiones y el ser humano teme quedarse sin guerras. Al menos eso denota con esta absurda prohibición.

La imagen de la marihuana como una oferta viciosa exclusivamente para la drogadicción y cualquier otra cuestión social estereotipada es, por desgracia, una especie de imagen de seguridad para la sociedad. Seguridad por el claro determinismo de fregar imaginarios sin alternativas, o al menos otra perspectiva más allá de la dependencia. Es más seguro crecer en el espacio y las leyes que en la autoconciencia y la oportunidad.

3. EL VERDADERO INSIGHT

El insight real es colectivo. El insight del cannabis bien podría ser una capacidad humana (dentro de las leyes escritas y las leyes de la naturaleza) para evolucionar con el análisis empático.

El insight está por encima de todo lo que podríamos discutir.

La legalización del cannabis
puede ser, de una vez por todas, el insight real.

 

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