La cantidad de información que creamos y consumimos a diario nos da esta sensación de vulnerabilidad e ignorancia, la necesidad de una constante actualización. Pero la realidad es que… no hace falta. De verdad.
Buscar el conocimiento y la actualización constantemente es parte esencial de nuestro sentido de pertenencia. Queremos saber cosas no sólo por nosotros mismos, sino porque puede acercarnos a la gente, a ciertos grupos, a convivir de cierta forma. Esto puede llevar a la ansiedad de sentirse rebasado o insuficiente para los demás.
A nivel educativo, es precisamente el porvenir del no saberlo todo lo que brinda acercamientos, plantea cuestiones, genera inquietudes, y hasta produce momentos memorables.
ENTRE LA EDUCACIÓN Y LAS RESPUESTAS
Emilia Vegas, columnista en El País, comparte una bella experiencia de su hijo, Emilio, en plena edad donde los niños preguntan todo el tiempo sobre todo. Ella siempre intentaba responderle lo mejor posible, aún con titubeos y dudas, quería asegurarse de siempre tener alguna respuesta. Pero entonces, ella narra:
«Emilio tenía una piel delicada que frecuentemente se irritaba. En una visita a la dermatóloga, ella me recomendó una crema muy eficaz, que le quitó la picazón e irritación. A partir de entonces, esa crema no faltó en casa. Sin embargo, una noche mientras lo ayudaba a prepararse para ir a la cama, con la curiosidad que lo caracteriza, Emilio me preguntó: “Mami, ¿por qué esa crema funciona para quitarme el rojo de la piel y la picazón?” Yo, ya cansada y sin conocer la razón científica detrás de la eficacia de la crema, le respondí: “Ay, no tengo idea! ¡Yo no soy científica ni médico, soy sólo tu mamá!” Esa respuesta me salió muy natural, pero luego me preocupé de haber decepcionado a mi hijo. Al ver su sonrisa, supe que no lo había defraudado. De hecho, nos empezamos a reír, y desde ese día me sentí con completa libertad de no saberlo todo.»
Esta es una de las bases fundamentales de la educación: estar dispuestos a aprender desde todos los ángulos posibles, no importa si eres alumno o profesor. Parte esencial del saber cosas es, precisamente, la apertura a los distintos contextos, los momentos, la información, las personas, y hacia nuestra propia humanidad.
“El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan”, dijo alguna vez el poeta italiano Arturo Graf. ¿Nos resulta familiar a muchos?
ENTRE EL MULTITASKING Y LA PSICOLOGÍA
Si bien es necesario mantenernos actualizados, también es verdad que las circunstancias pueden rebasarnos. El mito del multitasking es, finalmente, un mito.
Dave Crenshaw explica en su libro The Myth of Multitasking que cuando “la mayoría de las personas alude al término multitarea, a lo que en realidad se refieren es al intercambio de tareas. No importa cómo lo hagan; cambiar rápidamente de una tarea a otra es bastante ineficiente y no es efectivo”.
Dicho esto, cabe destacar que sí existen personas capaces de sobrellevar múltiples labores a un tiempo, pero siempre es importante tomar en cuenta cada caso individual a partir de su contexto, habilidades personales y tipo de tareas. Puedes hacer varias tareas de un jalón y terminarlas, pero no todo tiene qué funcionar de esa forma. Muchos de estos comportamientos, auqnue surgen por un auténtico interés hacia distintas cosas, se producen a partir de condiciones de ansiedad y por arranques obsesivos-compulsivos.
Aún teniendo cada tarea en su respectivo horario, al momento en que algo surge fuera de nuestras manos, el resultado personal puede ser catastrófico a nivel psicológico.
Y es justamente en las cuestiones psicológicas que, el no saberlo todo, nos convierte en individuos complejos, ya que este misterio puede proveer el acercamiento necesario para estudiar a fondo la personalidad humana. En el sitio oficial de Psicología Luciérnagas, un grupo de psicoterapeutas españoles, se afirma lo siguiente:
«Está bien dudar. Creer que uno lo sabe todo puede ser incluso un riesgo en esta profesión. Lo importante es qué hacemos con esas dudas, inseguridades, lagunas de conocimiento. Aceptar tus limitaciones te permitirá buscar los recursos y apoyos necesarios (consulta entre compañeros, supervisión, formación,… o simplemente darse un tiempo para pensar con calma). Esto te seguirá haciendo evolucionar como profesional.»
Por mucho que las ciencias y tecnologías avancen, que las metodologías e informaciones se incrementen, y que nuestra historia se expanda, es precisamente por esto que siempre tendremos dudas y misterios.
ENTRE EL PENSAR Y EL SENTIR
Marcus du Sautoy explicó en su excelentísimo libro de divulgación científica Lo que no podemos saber: Exploraciones en la frontera del conocimiento (Ed. Acantilado, 2016):
«La ciencia nos está dando perspectivas insospechadas sobre algunas de las grandes cuestiones que han desafiado a la humanidad desde el momento en que ésta acertó a formularlas. ¿De dónde venimos? ¿Cuál es el destino último del universo? ¿Cuáles son los constituyentes básicos del mundo físico? ¿Cómo un conjunto de células se vuelven conscientes? (…) La ciencia nos ha proporcionado la mejor arma para luchar contra el destino (…) A pesar de todos los avances conseguidos por la ciencia en los últimos siglos, todavía hay muchos profundos misterios que siguen esperando a que los resolvamos. Cosas que no sabemos. El conocimiento de lo que no sabemos parece crecer más rápidamente que nuestro catálogo de descubrimientos. Lo que sabemos que no sabemos supera a lo que sabemos que sabemos.»
Nuestras sociedades se extienden día con día. Y aunque gran parte de los rincones del planeta aparecen en los mapas, también es cierto que nos falta demasiado por explorar y descubrir. Entre todas estas circunstancias, algo que ciertamente podemos hacer, es aprender a recibir ciertas experiencias desde lo sensorial, el sentimiento, el conectar con la vulnerabilidad de desconocer gran parte de lo que nos ofrece el mundo.
Decía el autor Pablo d’Ors en su libro Biografía del Silencio: «pensamos mucho la vida, pero la vivimos poco.» Es una reflexión que nos permite plantear la idea del saber contínuo, el saber absoluto, el conocimiento, el consumismo, y los procesos humanos.
Nunca lo sabremos todo, aún con nuestro respectivo expertise en el área donde nos desarrollamos cotidianamente. Pero es justo esta verdad la que nos permite vivir un camino repleto de procesos, misterios, y aprendizajes nuevos. El saber absoluto conlleva a dejar de existir para uno mismo y los demás, y el saber continuo es el motor de nuestras aspiraciones.
Nunca lo sabremos todo. Y está bien. Perfectamente bien.