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Meditar como los monjes del Himalaya

Meditar como los monjes del Himalaya

El budismo es, sin duda, una forma de vida donde estudio, concentración y contacto natural son esenciales para desarrollar una espiritualidad profunda.
 

Desde algunos de los monasterios del Himalaya, como Takstang o Kyichu Lhakhang, y el monasterio Thikse hallado en Ladakh (una gran parte de Kashmir), te contamos algunos puntos clave de sus estudios y meditaciones.

El Budismo tibetano, como bien se sabe, es una religión expulsada de sus tierras originarias cuando los chinos conquistaron el Tíbet en 1950. Se puede decir que es una espiritualidad exiliada. Para mantener la cultura y el lenguaje, muchas familias tibetanas en India mandan, por lo menos, a uno de sus hijos a los monasterios a estudiar y profundizar.

La meditación y estudio desde temprana edad, no solamente es cuestión de aprendizaje y desarrollo de la espiritualidad, sino que es una forma de dar vida a toda una cultura.

El primer gran paso para practicar la meditación es comprender su objetivo. Muchas veces los objetivos del budismo son romantizados con el consumo occidental de lo “exótico”, y adaptados sus tradiciones a nuestra conveniencia. Más allá de un periodo de tiempo para relajarse o liberar estrés, más allá de una rutina adaptada a tus hábitos de salud, se trata de una forma de vida practicada por millones de personas.

En el budismo no se adoran a dioses o deidades, sino que se busca entender la verdadera naturaleza de la vida y profundizar en la espiritualidad de nosotros mismos y todo cuanto nos rodea. Este desarrollo espiritual es una constante exploración de distintas etapas de nuestro ser, que en el pensamiento occidental se reinterpreta, muy equivocadamente, como mantener la mente en blanco. Todo fuera tan sencillo y tan imposible como eso.

Como se menciona en un artículo para EL PAÍS sobre este asunto de la “mente en blanco”, hay expertos en meditación, psicólogos y psiquiatras, así como profesores de yoga que coinciden en que una cabeza sin ideas es una cabeza sin vida. No es un asunto de borrar los pensamientos o “liberarte” de cavilaciones, ya que es imposible no mantener el cerebro trabajando con su respectiva naturalidad. Se trata de centrar estos pensamientos hacia un objetivo claro de reflexión, con la sutileza que brinda la meditación. Es aquí cuando los grados de iluminación pueden manifestarse, porque están desarrollando una reflexión, una sucesión centrada de pensamientos con todo tu ser.

No se trata de “desconectar la mente”, eso sólo sucede en la muerte. Se trata de transformar una serie de pensamientos amontonados en tu cabeza en una sucesión consciente y concentrada, ya sea en alguna inquietud o en alguna parte de nuestro cuerpo.

«Todas las culturas intentan ‘dejar la mente en blanco’, distrayéndose del entorno y concentrándose en lo que uno desea.» (Sergio Oliveros, psiquiatra)

Para practicar la meditación no es necesario un ambiente estrictamente natural. Aunque sí es lo ideal y el contacto con el entorno puede ser mucho más accesible, también es verdad que nuestras circunstancias son parte importante del individuo que deseamos explorar.

Puedes elegir cualquier de los rincones de tu casa, o incluso en espacios públicos donde sientas la seguridad suficiente para desenvolverse. Los ojos deben estar relajados, ni muy abiertos para evitar distracciones y tampoco muy cerrados, pues no se trata de forzar nada. Es dejar caer los párpados, levemente.

Donde deberás mantener concentración es en la respiración.

  • Puedes contar cada vez que inhalas y exhalas.
  • Debes tomar aire por la nariz y sacarlo por la boca.
  • Las palmas de tus manos pueden estar juntas, a modo de oración.
  • También puedes colocarlas sobre tus piernas, separadas una de otra.
  • La repetición es importante, pero no te fuerces.
  • El ritmo debe ser normal, ni despacio ni rápido.
  • Es un ejercicio personal, no estás probándole nada a nadie.
  • Si te es más sencillo, puedes mantener el ritmo contando hasta diez.
  • Cuando algo llegue a tu mente, no tienes que negarlo; seguirá apareciendo.
  • Debes acomodar este pensamiento dentro de tu línea mental.
  • Tu mente es muy espaciosa para depositarla en otro lado.
  • No debes forzar la práctica, o nada funcionará en absoluto.
  • Mantén la respiración al ritmo de contar hasta diez.
  • Conforme aparezcan pensamientos dispersos, puedes acomodarlos.
  • Puedes visualizar tu mente como un librero.
  • En cada estante del librero podrás clasificar estos pensamientos.
  • Cada idea y pensamiento es importante, no debes negarlos.
  • Este acomodo de ideas te llevará a elegir aquello en lo que deseas concentrarte.
  • Esto lleva tiempo, debes darte este lapso para reconocer tus sentidos.
  • Repite este ejercicio un par de veces más. Hazlo día con día.

Con la meditación, puedes avivar tus sentidos, dejar la dispersión, conocer y reconocer partes de tu cuerpo, entrando en contacto total con los atributos de tu individualidad y su conexión con todo lo que le rodea.

Aunque este ejercicio es útil para el enojo, el estrés y la tristeza, es también un camino para controlar la respiración y explorar tus emociones, donde con el tiempo podrás sentir mayor tranquilidad. 

Recuerda que la meditación es una técnica maravillosa para la autoobservación, que alivia tus sentidos de la estresante vida diaria, pero no es su objetivo principal, sino que es apenas una de las múltiples consecuencias positivas para tu individualidad e identidad. La verdadera meditación se lleva a cabo elevando la conciencia por encima de nuestra realidad cotidiana consiguiendo un estado de ser diferente.

Recuerda que en todas tus visitas y compra de libros tiene un inmenso objetivo: el apoyar a los proyectos comunitarios de nuestra institución, los programas educativos de SINED y Presidente Por Un Día, y sobre todo, la Orquesta, Coro y Ensambles Comunitarios de Centro Fox.

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